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San Jacobos: poco saludables y con hasta 21 aditivos distintos

San Jacobos

Un San Jacobo con ensalada de guarnición.
Fotografía de Renata F Oliveira

Hoy toca satisfacer una petición de Rafael que hace algunas semanas sugirió dedicar una entrada a los San Jacobos (sanjacobos) o a los flamenquines. Al final me he decidido por el primer producto ya que, últimamente, casi no he visto flamenquines en los supermercados.

El origen del nombre de San Jacobo no está claro; lo que sí está claro es que se trata de jamón cocido y queso fundido, todo ello rebozado con pan rallado. El resultado obtenido es… un montón de aditivos: 7 el que menos y 21 el que más. Esto era previsible ya que a los aditivos que habitualmente lleva el jamón cocido se le suman los del queso para fundir y, de propina, unos cuantos más en el rebozado. Algunos pensarán que soy un fanático, pero a mí 21 aditivos distintos en un solo producto me parece una auténtica barbaridad.

Y, además, me surge una pregunta: si con 7 aditivos obtenemos la «ayuda tecnológica» suficiente para hacer unos san jacobos… ¿qué necesidad hay de añadir hasta 3 veces más sustancias de este tipo?

Bueno, aquí está la tabla de los San Jacobos para que lo puedas comprobar con tus propios ojos:

Tabla comparativa de aditivos en los San Jacobos

En esta tabla hay un poco de todo…, y nada bueno: fosfatos, nitritos, potenciadores del sabor, carragenanos y colorantes. Así que mi recomendación principal es no comer este producto ya que, además, contiene un elevado aporte calórico, mucha sal y pocas proteínas (a pesar de basarse en carne y queso). Ya en 2007 la OCU desaconsejó su consumo tras uno de sus estudios comparativos que puedes consultar en este enlace.

Si alguien es un fan incondicional de los San Jacobos, la mejor opción es que se lo prepare en casa utilizando jamón cocido de calidad (todos los de la tabla utilizan fiambre, excepto el de Aldi que usa pechuga de pollo) y un queso de confianza. Siguiendo los enlaces que acabo de poner, podrás consultar la correspondiente tabla que te ayudará a elegir los productos con el menor número posible de aditivos. En este otro enlace puedes encontrar una receta muy sencilla para cocinarlos en casa.

Si, a la fuerza, tuviera que elegir alguno de los productos precocinados de la tabla, me decantaría por uno de los tres primeros ya que no contienen ni potenciadores del sabor (E-621, E-627, E-631), ni colorante cochinilla (E-120); aunque el conservante E-250 (nitritos), los carragenanos (E-407) y los fosfatos (E-339, E-341, E-450, E-451, E-452), son inevitables.

Los amigos habituales de este blog conocen los motivos por los que todos estos aditivos en color rojo resultan desaconsejables, así que hoy no me quiero extender repitiéndolo. Si alguien lo desconoce no tiene más que seguir los enlaces que he puesto en el párrafo anterior para leer alguna de las entradas en las que hago referencia a sus posibles efectos sobre la salud.

En definitiva, encontramos una gran cantidad de aditivos que, posiblemente, su función es ocultar que se utilizan materias primas de poca calidad y la escasez de carne y queso. Así que la conclusión es que los San Jacobos, muy de tarde en tarde y, preferiblemente, cocinados en casa.

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