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Magdalenas: una jungla de aditivos

Aunque ya lo he visto en otras ocasiones, me sigue llamando mucho la atención encontrar productos cuya cantidad de aditivos varía de manera brutal. En el caso del producto de esta semana, las magdalenas, hay marcas con solo 3 aditivos, y otras que añaden hasta 14 sustancias. ¿Para qué? Pues es un misterio para mí ya que tampoco existe una diferencia sustancial de sabor o esponjosidad. Otro dato llamativo: en esta comparativa he encontrado hasta 32 aditivos diferentes entre las distintas marcas, lo que supone una auténtica jungla de códigos E. Aquí está la tabla:

Tabla comparativa de aditivos en las magdalenas

La marca mejor situada es Dulcesol con sus magdalenas tipo valencianas (las alargadas) y sin ningún conservante. Únicamente contiene 3 aditivos: dos de ellos son gasificantes (levadura química) y están en color verde: bicarbonato sódico (E-500) y ácido tartárico (E-334). El que está en amarillo es sorbitol, E-420, un edulcorante que aquí cumple la función de retener la humedad del producto. ¿Qué tiene de malo? Nada, si no nos pasamos con su consumo. Una ingesta excesiva de polialcoholes (como éste o como el maltitol, E-965, también en la tabla) tiene efectos laxantes. Simplemente hay que tenerlo en cuenta por si, además de magdalenas, también tomas muchos chicles y otros productos con este tipo de aditivos.

Autor de la imagen: Xuanxu

Las siguientes marcas (puesto nº 2) sí que añaden un conservante, el E-202, sorbato potásico, con el que algunas personas experimentan ligeras reacciones alérgicas (urticaria) poco frecuentes. También incorporan glicerina, E-422, que he coloreado de amarillo porque algunas fuentes (como La guía de alergias editada por el Daily Telegraph)  advierten de que su consumo en grandes cantidades puede producir dolores de cabeza, sed, náuseas e hiperglucemias.

Algo más abajo ya aparecen los aditivos en rojo, aquellos cuyo consumo recomiendo evitar en la medida de lo posible. En su mayoría son fosfatos: E-450, difosfatos, y E-341, ortofosfatos de calcio. Como ya he comentado muchas otras veces, su consumo habitual puede llegar a desequilibrar la relación calcio/magnesio (el primero) y calcio/fósforo (el segundo). En ambos casos podrían llegar a provocar osteoporosis y depósitos calcáreos. (Fuente: OCU)

El resto de aditivos en amarillo son:

Ácido sórbico, E-200. Similiar al ya mencionado sorbato potásico.

Propionato sódico, E-281. Según algunas fuentes, no se ha documentado ningún efecto nocivo en el ser humano, «aunque su actividad biológica es sospechosa. En Alemania se prohibió en 1988 y luego fue autorizado de nuevo al asumir las normas europeas» (Guía completa de aditivos alimentarios). Según otras fuentes (como la Unidad de Alergia Infantil del hospital La Fe de Valencia) su consumo se relaciona con la aparición de migrañas.

Carboximetilcelulosa, E-466. Consumido en exceso puede generar desarreglos intestinales.

Propilenglicol, E-1520. Esta sustancia se utiliza en muchos ámbitos distintos a la alimentación: como ingrediente base del líquido usado en los cigarrillos electrónicos, lubricante genital, anticongelante, líquido de frenos… Solo por eso no me apetece tomarlo con las magdalenas, la verdad. Además, en pequeñas dosis algunas personas experimentan reacciones alérgicas cutáneas y, en altas dosis, puede llegar a ser tóxico.

Así que, en definitiva, mejor nos quedamos con alguna de las siete primeras marcas de la tabla, preferentemente con la que ocupa el puesto nº 1, que está libre de conservantes. Otra opción, como siempre, es cocinar tus propias magdalenas con alguna de las múltiples recetas que hay en internet.

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