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Evitar los nitritos en el paté es posible

[Hay una nueva entrada más actual dedicada al paté. Puedes verla en este enlace]

El paté de carne es uno de esos productos que está casi condenado a contener aditivos. En general todos los productos cárnicos envasados o elaborados suelen estar «condenados» a incorporar una serie de aditivos para mejorar su conservación, evitar la aparición de bacterias y retrasar así su fecha de caducidad.

En el caso del paté hay que comenzar advirtiendo que de por sí no es un producto demasiado apropiado para nuestro organismo debido a la gran cantidad de grasas y de colesterol que lleva. Pero, para un consumo esporádico, hay que reconocer que está muy rico.

Para analizar los aditivos que suele incorporar este producto voy a tomar como ejemplo el paté de pato de Casa Tarradellas:

Antioxidante E-301 (ascorbato sódico). La sal sódica de la vitamina C (ácido ascórbico) se utiliza como antioxidante en la industria alimentaria. Su consumo no presenta ningún problema y la ingesta puede ser ilimitada.

Potenciador del sabor E-621 (glutamato monosódico). De este aditivo ya hablé ampliamente en la entrada dedicada a las aceitunas rellenas. Solo recordar que, además de existir numerosas sospechas sobre sus perjuicios para la salud y que incrementa el apetito evitando la sensación de saciedad, no debemos olvidar que básicamente se trata de una tomadura de pelo: sirve para que el producto parezca artificialmente más sabroso de lo que es en realidad. Todo un engaño a nuestro paladar.

Conservante E-250 (nitrito sódico). Este es uno de esos aditivos difíciles de evitar, especialmente en los productos cárnicos envasados ya que se usa para prevenir el desarrollo de la bacteria que puede causar el botulismo. Hasta ahí bien. Lo malo es que, según Food-Info, los nitritos son precursores de las  nitrosaminas, que pueden producir cáncer. Éstas «se forman en el estómago a partir de los nitritos y las proteínas. A altas concentraciones pueden reaccionar con la hemoglobina. Su uso no está permitido en productos dirigidos a los niños menores de seis meses. Los niños pequeños tienen un tipo diferente de hemoglobina, la cual es mucho más reactiva hacia los nitratos que la hemoglobina normal».

También hacen referencia a su peligrosidad autores como Rudolf Plank en «El empleo del frío en la industria de la alimentación» o en «Tratado de nutrición» de Ediciones Díaz de Santos, entre otros.

Con más detalle hablan sobre sus ventajas e incovenientes en este artículo de la revista Consumer Eroski donde, básicamente, vienen a decir que su uso en productos cárnicos procesados (como los embutidos por ejemplo) es necesario, pero que con su consumo también estamos asumiendo una serie de riesgos. Así que la decisión es del consumidor.
Su IDA tampoco es nada tranquilizadora: Entre 0,2 y 0,06 mg./kg. de peso corporal

Como alternativa solo he encontrado un paté. De hecho me sorprende que entre sus ingredientes no contenga ni un solo aditivo. Se trata de una pequeña gama de patés de Carrefour en recipientes de 180 gramos y a un precio muy económico. Tienen de jabalí, de ciervo, al armagnac y el denominado «de campo» (campestre para Portugal):

Paté de Carrefour sin aditivos

En conclusión: como la inmensa mayoría de los productos cárnicos envasados contienen el E-250 por las razones ya apuntadas, lo mejor es intentar evitarlo en la medida de lo posible. Por ejemplo: tomar los productos lo más frescos posible. Por ejemplo: en vez de comprar carne picada envasada, ir a la carnicería y pedir que te piquen sobre la marcha la pieza de carne que tú elijas. Evidentemente, tendrás que consumirla en menos tiempo (o congelarla), pero tu salud saldrá ganando.

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