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Alimentación ecológica: aquí aún estamos en pañales

Tras algunas semanas de vacaciones llega el momento de retomar la actividad periódica del blog, y qué mejor forma de hacerlo que compartiendo algunas de las sorpresas que he cosechado en mi reciente viaje a Nueva York.

Antes de partir yo iba predispuesto a encontrarme con restaurantes y supermercados repletos de comida basura, alimentos cargados de aditivos y grasas hidrogenadas, y con poca oferta de productos saludables, y a un precio disparado… Pero, no ha sido así.

Un carrito callejero de fruta junto a otro de ‘hot dogs’.
Imagen de Stuart Spivack

La primera sorpresa ha sido encontrar en las calles puestos de venta ambulante de piezas de fruta que conviven codo con codo con los tradicionales ‘food carts’ de perritos calientes. Un síntoma de que la preocupación por comer bien se encuentra ya a pie de calle.

Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la increíble cantidad y variedad de alimentos de producción ecológica (‘organic food’) en los supermercados. Si aquí en España tenemos que acudir a tiendas o mercados específicos para encontrar este tipo de productos, en Nueva York los he visto en casi todas partes: Leche, lentejas, helado, zumos, aceite de oliva, atún, yogur, carne, fruta… En algunos casos era casi imposible localizar una marca que no fuera ecológica. Y, lo más sorprendente, es que los precios no eran notablemente superiores a sus equivalentes no «orgánicos».

En sus etiquetas era fácil encontrar mensajes como:

– «No se han usado pesticidas tóxicos aquí»
– «Nosotros cuidamos que los pesticidas tóxicos estén fuera de nuestras granjas»
– «Todo natural. Sin conservantes»
– «Nunca usamos antibióticos, ni hormonas sintéticas, ni pesticidas tóxicos, ni alimentos transgénicos»

Avisos (con letra bien legible) en una bolsa
de patatas «Dirty»

Y no solamente en las tiendas. En muchas heladerías tenías a tu alcance tanto la variedad normal como la ecológica, e incluso en algunas sólo ofrecían helados ‘organic’. En uno de los bares de Central Park compré una bolsa de patatas fritas (chips) y me encontré con un enorme rótulo en su etiqueta indicando que no contenían gluten, ni colesterol, ni ácidos grasos trans, ni colorantes artificiales, ni conservantes, ni edulcorantes, ni aromas artificiales, ni transgénicos. Y eso que la marca no tenía un nombre demasiado atractivo: ‘Dirty’ (sucio).

Un último detalle. En todos los botellines de plástico de agua que cayeron en mis manos (de diferentes marcas) aparecían la misma advertencia: «Do not refill» (No rellenar). Un sabio consejo teniendo en cuenta las cada vez mayores evidencias de que sustancias como el bisfenol A se trasfieren de los envases de plásticos a los alimentos y acaban en nuestro cuerpo. Sin embargo, aquí en España aún no he visto ninguna botella de agua que incluya en su etiqueta esta recomendación de no reutilizar el envase de plástico.

En definitiva, he regresado de Nueva York con la sensación de que en España aún nos queda muuucho que avanzar para lograr que en los supermercados, bares y restaurantes exista una buena y variada oferta de productos ecológicos y libres de conservantes, colorantes, etc. que nos permita optar por una alimentación más natural y saludable.

¡Feliz inicio de temporada!

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