Hace casi cuatro años que realicé una comparativa de vinagres y, como era de esperar, los resultados han quedado obsoletos. Por lo tanto, he actualizado los datos para elaborar una nueva tabla. En esta ocasión, voy a dividir el estudio en dos partes: comenzaré hoy por los vinagres para el día a día y dejaré para la siguiente publicación al de Módena y a las cremas de vinagre.
Según la legislación española, se considera vinagre en general al «líquido apto para el consumo humano resultante de la doble fermentación alcohólica y acética de productos de origen agrario». La norma reconoce hasta diez variedades de vinagre, cada una con sus peculiaridades: de vino, de frutas (o bayas), de sidra, de alcohol, de cereales, de malta, de malta destilado, balsámico, balsámico de sidra u otros vinagres, distintos de los anteriores, obtenidos a partir de productos agrícolas.
Tabla comparativa
De los 36 vinagres que aparecen en la tabla, ocho están libres de aditivos. De estos, hay 32 que advierten en el etiquetado de la presencia de sulfitos, mientras que los otros cuatro, no. Esto no significa que contengan cero sulfitos, sino que su presencia en el producto es inferior a 10 mg/l, ya que a partir de ese umbral es obligatorio advertirlo en la etiqueta. Los sulfitos pueden aparecer en el producto final bien por que se ha añadido algún aditivo basado en el azufre, o a consecuencia del propio proceso de fermentación.
Sulfitos
Hay muchas personas que padecen alergia o sensibilidad a los sulfitos, principalmente en pacientes asmáticos, aunque también puede darse en personas no asmáticas. Según las agencias de seguridad alimentaria, esta sensibilidad a los sulfitos es frecuente y, después de una ingesta oral, puede provocar ataques de asma a las personas que sufren esta enfermedad, pero también urticaria y angioedema en personas no asmáticas. Para colmo, según estimaciones de la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), la población en general está consumiendo más sulfitos de la cantidad máxima recomendada, establecida en 0,7 mg/kg. de peso corporal. Por eso, no descarta reducir esa cantidad límite en el futuro, para lo cual ha encargado una nueva reevaluación de este tipo de aditivos.
Confunde, que algo queda
Es lamentable observar cómo algunas marcas siguen utilizando colorantes para maquillar sus productos y, de otro lado, recurren a expresiones poco claras en el etiquetado para hacer creer al consumidor que está comprando otra cosa distinta. Por ejemplo: Vega de Aranjuez vende un “vinagre aromatizado a la manzana”, con una gran foto de deliciosas manzanas en la etiqueta. Quien no lea los ingredientes puede pensar que se trata de vinagre de manzana (al que se le atribuyen más propiedades saludables que a otras variedades de vinagre). Sin embargo, en realidad es vinagre de vino con 0,5% de extracto de manzana.
Otro ejemplo de lo que no se debe hacer es el “vinagre al Pedro Ximénez” de El Piero (Aldi). Pues bien, el vino Pedro Ximénez es el tercer ingrediente. Los dos primeros son vinagre de vino y mosto concentrado. Y, para completar, le añaden colorante para que parezca elaborado con Pedro Ximénez al 100%…
Conclusión
En cualquier caso, el vinagre es un producto que debe ser utilizado con moderación, especialmente si se padece alguna dolencia de estómago, hernia de hiato, etc. Yo, particularmente, en ensaladas prefiero añadir un chorreón de zumo de limón y solo utilizo vinagre de manzana en algunos guisos. Otra opción interesante podría ser el vinagre sin pasteurizar ni filtrar (e incluso con la «madre» del que te hablo en el vídeo).
+ INFO
En estos enlaces puedes encontrar más información sobre los aditivos que aparecen en la tabla: E150a, E150d, E220, E224.
Yo aquí en Argentina notó que todos lo vinagres contienen sulfitos, estoy utilizando uno artesanal de caqui que no contiene ningún conservante, no tiene marca y lo compro directamente al que lo produce.
Muchas gracias por tu aportación.
Saludos.
Hola, hay un vinagre selección de Merry que tampoco tiene aditivos. Yo lo llevo viendo desde hace un año mas o menos